El 2 de abril de 1982, tropas argentinas desembarcaban en Puerto Argentino, y la Junta Militar encabezada por Leopoldo Fortunato Galtieri anunciaba la recuperación de las Islas Malvinas. La respuesta británica fue contundente, y dos meses después, retomaban el control del archipiélago. El repaso de un conflicto que dejó 649 muertos, cientos de heridos, y una huella imborrable en toda la sociedad argentina.
¿Cómo compatibilizar un reclamo legítimo, histórico, con una guerra evitable, dolorosa, que costó la vida de cientos de argentinos, en su mayoría jóvenes con poca preparación militar en sus espaldas? ¿Cómo separar la posibilidad de recuperar un territorio usurpado de la oportunista decisión de un gobierno ilegítimo que buscaba un poco más de oxígeno para extender su estadía en el poder?
La historia argentina tiene en el 2 de abril de 1982 una fecha marcada a sangre y fuego. Por primera y única vez, el país entabló una guerra contra una fuerza extranjera, que incluyó batallas por tierra, mar y aire. Y que concluyó de la peor manera: una derrota dolorosa e imborrable para la sociedad toda.
Pocos sabían de los planes militares de entonces. Desde los primeros años de la dictadura, la posibilidad de un conflicto armado apuntaba exclusivamente a Chile, por la disputa por la soberanía de los hielos continentales. Incluso, tropas argentinas estuvieron largo tiempo movilizadas a la frontera cordillerana. Malvinas no parecía estar en la agenda.
Sin embargo, en diciembre de 1981, Leopoldo Fortunato Galtieri reemplaza en la presidencia de facto a Roberto Viola, y desde el primer día mira hacia las Islas como la concreta posibilidad de recuperar algo de sustento en la sociedad, y evitar lo inevitable: la salida democrática.
La decisión estaba tomada: el fracaso de los constantes intentos diplomáticos para recuperar la soberanía de las Islas (ocupadas por Gran Bretaña de manera ilegal e ilegítima desde 1833), y la falta de un elemento concreto para que los militares continuaran en el poder (la "subversión" ya había sido largamente derrotada) marcaban el camino de la ocupación militar como el único posible.
No había marcha atrás: ni la mediación de los Estados Unidos, ni el pedido de la Iglesia medraron la decisión de Galtieri de recuperar las Malvinas por la fuerza. El 2 de abril de 1982, unos 5 mil hombres al mando del general Mario Benjamín Menéndez desembarcaron en Puerto Stanley, más tarde rebautizado como Puerto Argentino.
Los 49 marines ingleses que conformaban la pequeña guarnición encargada de la custodia del archipiélago fueron capturados y trasladados a Montevideo junto con el gobernador Rex Hunt.
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