Para pensar....

Tradicionalmente entendemos por discriminación a la imposibilidad del pleno ejercicio de los derechos y garantías de ciertos sectores sociales de la población en razón del sexo, raza, creencias religiosas o políticas, nacionalidad, situación social, elección sexual, edad y discapacidades.

En el imaginario social cuando nos referimos a la discriminación se nos aparecen en primera instancia grupos muy referenciados como los judíos y los negros, porque todos los otros grupos y sectores discriminados no lo están a nivel consciente y este es uno de los mecanismos más profundos que opera para la existencia de la discriminación: La invisibilidad, la “naturalización ‘de las conductas discriminatorias. En la sociedad Argentina detrás un discurso de “igualdad” existe un enorme vocabulario despectivo que estigmatiza a los grupos “diferentes”, los “feos, malos o sucios”.
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La cuestión visible es que la discriminación nunca se ejerce sobre sectores poderosos. Estos han logrado, a través de múltiples mecanismos económicos, sociales y culturales imponer sus intereses y su propia visión del mundo como la hegemónica y traducirlos como interés general de una sociedad.

La discriminación se ha ejercido siempre sobre todo aquello que se aparta, que es diferente de lo hegemónico, sea en lo social, en lo político o cultural.

* Lo “diferente” por razones de nacionalidad, religión, raza, elección sexual, edad etc.
* Lo “diferente” en razón de su condición social o económica: los excluidos: los pobres.Lo “diferente” en función del sexo: las mujeres
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(extracto de una obra escrita por la Soc. Cecilia Lipszyc)

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