Identidad Adolescente
Tratando de conocer un poco más el intrincado proceso de la formación de la identidad de los adolescentes, con los chicos de primero hicimos este video, para utilizarlo como disparador del tópico. Espero les guste.
La escuela del Futuro
Siempre es bueno tratar de innovar adecuándose a las exigencias del mundo actual, tanto en la educación como en todos los aspectos de nuestras vidas. Pero de nada sirve que esa innovación pretendida solo se convierta en simples elementos que nada ayudan a crecer de manera fértil y productiva.
Es por ello, que ante el avance de las nuevas tecnologías, específicamente en el mundo escolar, cabe hacernos algunos cuestionamientos necesarios:
- ¿La tecnología representa el cambio a la educación?
- ¿El dotar a las escuelas / aulas con tecnología realmente traerá un cambio en la educación si los paradigmas siguen siendo los mismos?
- ¿Será el instruccionismo y la manera de escolarizar el problema?
- ¿Qué tendríamos que estar cambiando?
Mirá este video y contanos que te parece.
Para Reflexionar.
En la sociedad actual las instituciones se encuentran en graves problemas. En el pasado, su sentido y su finalidad era sostenido por un consenso, un acuerdo social implícito. No se discutía la autoridad de los adultos. El trabajo y el esfuerzo eran los valores más destacados en una persona. La escuela era una especie de santuario que no debía y no podía ser profanado.
Pero hoy todas estas cosas están abiertas, en discusión y, muchas veces, en un estado generalizado de confusión. Una consecuencia directa de este debilitamiento institucional es la gran dificultad de las familias y las escuelas para reunirse, escucharse y llegar a acuerdos.
Preguntarnos cual es el rol de los padres y redefinir las técnicas para afianzar el vínculo de estos con la escuela, podría acercarse a un posible mojon en la búsqueda denodada por alcanzar la fortaleza de estos valores que hoy poco a poco parecen desaparecer ante la atonita mirada de todos nosotros.
fuente: http://portalcapacitacion.educ.ar
Homofobia
Se denomina "homofobia" a la actitud hostíl hacia los homosexuales, varones o mujeres. Del mismo modo que la xenofobia, el racismo o el antisemitismo, la homofobia adjudica de manera arbitraria a las personas homosexuales la condición de "contrarias", "inferiores" o "anormales".
La homofobia alcanzó uno de sus puntos mas culminantes durante la Alemania nazi. Tal es así que el Código Penal Aleman, en su apartado 175, señalaba: "Un acto sexual antinatural cometido entre personas del sexo masculino o entre seres humanos y animales debe ser castigado con la prisión; también puede significar la pérdida de los derechos civiles". Entre 1933 y 1936, los nazis tambien extendieron la pena a quienes solamente "desearan a una persona del mismo sexo".
La Ley establecia que "cualquier contacto erótico entre hombres será castigado, incluso las miradas de caracter eróticas o la prueba de que exista alguna fantasía erótica". A partir de 1933, cientos de miles de homosexuales fueron arrestados y enviados a campos de concentración para "reformar" o "curar" su anomalía sexual. En esos campos, eran torturados, sometidos a trabajos degradantes y humillantes, hasta incluso eran utilizados para experimentos medicos, como por ejemplo la castración y la aplicaci{on de inyecciones de testorona para comprobar si se podía "enderezar" su orientación sexual.
Eran consideradas pruebas de homosexualidad una fotografía del amado con una dedicatoria, una declaración bajo tortura, una denuncia por el robo de un objeto en un lugar sospechoso, estar en una "lista rosa" de la policía secreta, figurar en una agenda o librreta de direcciones, e incluso bastaba con el simple rumor.
Finalizada la guerra, después de la liberación de los compos por parte de los aliados, los sobrevivientes que habían sido internados con el rótulo de homosexuales, siguieron siendo considerados delincuentes comunes y muchos fueron trasladados a prisiones para que concluyan sus condenas, ya que las leyes nazis antihomosexuales no desaparecieron una vez terminada la guerra.
fuente: DDHH y Ciudadania. Edit Tinta Fresca - 2009
La empatía: ¿Se aprende?
La empatía es la capacidad de entender los pensamientos y emociones ajenas, de ponerse en el lugar de los demás y compartir sus sentimientos. No es necesario pasar por las mismas vivencias y experiencias para entender mejor a los que nos rodean, sino ser capaces de captar los mensajes verbales y no verbales que la otra persona nos quiere transmitir, y hacer que se sienta comprendida de manera única y especial.
La empatía se da en todas las personas en mayor o menor grado. No se trata de un don especial con el que nacemos, sino de una cualidad que podemos desarrollar y potenciar. La capacidad para la empatía empieza a desarrollarse en la infancia. Los padres son los que cubren las necesidades afectivas de los hijos y los que les enseñan, no solo a expresar los propios sentimientos, sino también, a descubrir y comprender los de los demás. Si los padres no saben mostrar afecto y comprender lo que sienten y necesitan sus hijos, estos no aprenderán a expresar emociones propias y por consiguiente, no sabrán interpretar y sentir las ajenas. De ahí la importancia de una buena comunicación emocional en la familia desde el principio. La capacidad para la empatía se desarrollará más fácilmente en aquellas personas que han vivido en un ambiente en el que han sido aceptadas y comprendidas, han recibido consuelo cuando lloraban y tenían miedo, han visto como se vivía la preocupación por los demás... En definitiva, cuando las necesidades afectivas y emocionales han estado cubiertas desde los primeros años de vida. .
Obstaculos que dificultan la empatía: Muchas veces hemos podido preguntarnos por qué la gente no busca apoyo en nosotros o se retraen a la hora de hablarnos de sentimientos. Existen una serie de barreras que suelen impedir este acercamiento. Entre los errores que solemos cometer con más frecuencia a la hora de relacionarnos con los demás están esa tendencia a quitarle importancia a lo que le preocupa al otro e intentar ridiculizar sus sentimientos; escuchar con prejuicios y dejar que nuestras ideas y creencias influyan a la hora de interpretar lo que les ocurre; juzgar y acudir a frases del tipo "lo que has hecho está mal", "de esta forma no vas a conseguir nada", "nunca haces algo bien"... ; sentir compasión; ponerse como ejemplo por haber pasado por las mismas experiencias; intentar animar sin más, con frases como "ánimo en esta vida todo se supera"; dar la razón y seguir la corriente....Todo esto, lo único que hace es bloquear la comunicación e impedir que se produzca una buena relación empática.Por otro lado, Las personas que están excesivamente pendientes de sí mismas tienen más dificultades para pensar en los demás y ponerse en su lugar. Por lo tanto, para el desarrollo de la empatía tendríamos que ser capaces de salir de nosotros mismos e intentar entrar en el mundo del otro
Mahatma Gandhi sostenía lo siguiente “las tres cuartas partes de las miserias y malos entendidos en el mundo terminarían si las personas se pusieran en los zapatos de sus adversarios y entendieran su punto de vista”; en coherencia con ello, él decidió no proceder con violencia en su propósito por lograr la independencia de su país, y contra todo pronóstico la “resistencia pacífica” que propulsó fue el arma decisiva en la consecución de la ansiada liberación de su patria, la India.
Ciertamente no tenemos que ser como Gandhi para darnos cuenta que existen sutiles “armas” que podemos usar en beneficio propio y de los demás, que no son para destruir sino para hacer florecer relaciones provechosas en aras de nuestro crecimiento como seres humanos. Finalmente, no es exagerado sostener que las bases de la moralidad (que siempre es la interior) deben hallarse en la empatía, en la cual a su vez (al ser llevada con integridad) está la raíz del altruismo.
Fuentes: www.proyectopv.org - www.facebook.com/#!/notes/beatriz-elena-giarrizzo - www.1.bp.blogspot.com
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