Critica a John Rawls - por Berta Garcia Faet

La pregunta estrella de la filosofía política y, en gran medida, de la ética es la de cómo conseguir una sociedad lo más "justa" posible. Al margen de las respuestas más extravagantes, sectarias y trasnochadas se sitúa la de John Rawls, muy apreciada por los más variados pensadores, por considerarse prudente y humanista; no en vano se invoca, en un grado u otro, desde muchas de las propuestas que se consideran a sí mismas "liberales en lo político" (desde la socialdemocracia moderada hasta los defensores del Estado liberal clásico).

Sin embargo, esta teoría no es tan perfecta como parece; en este artículo criticaré brevemente el resumen (y revisión) de Una teoría de la justicia y de algunas conferencias que hizo el propio Rawls en su artículo Justicia como imparcialidad: política, no metafísica.

Rawls, enunciando su teoría como "una alternativa al utilitarismo", apela a una supuesta idea intuitiva fundamental o general según la cual la justicia se corresponde con la imparcialidad (para lidiar con la pluralidad de moralidades), que a su vez se corresponde con la necesidad de que todos los ciudadanos sean libres e iguales (para que sea posible la cooperación y la justicia).

La primera idea no es especialmente criticable –casi todas las teorías parten de que tiene que haber un marco de convivencia, lo más neutro posible, que debe ser respetado–, pero sí ingenua. Rawls expone que la justicia como imparcialidad es una idea que "se mantiene deliberadamente en la superficie, filosóficamente hablando. (...) En lo que he llamado constructivismo kantiano, intentamos evitar el problema de la verdad y la polémica entre realismo y subjetivismo. (...) Esta concepción debería ser, en lo posible, independiente de doctrinas religiosas y filosóficas controvertidas".

Esta neutralidad de las reglas del juego es muy fácil de proclamar, pero extremadamente complicada, por no decir imposible, de cumplir, y ello por dos motivos básicos. En primer lugar, toda propuesta de reglas del juego incorpora, aun implícitamente, una teoría sobre la sociedad y la creación de riqueza: las reglas del juego que propongamos cambiarán totalmente si creemos que la libertad individual es eficiente o si, por el contrario, confiamos más en la intervención estatal. Toda Constitución (que sería supuestamente el instrumento que aseguraría esa imparcialidad) se basa en al menos una teoría que recomienda sus prescripciones.

En segundo lugar, ese famoso consenso solapante que propone Rawls ("un consenso que incluye todas las doctrinas filosóficas y religiosas opuestas que probablemente persistan y ganen adeptos en una sociedad democrática constitucional") tiene no pocos enemigos en la práctica: esas doctrinas filosóficas y religiosas, si son fanáticamente proselitistas, chocarán, porque son concepciones de "un bien", en la línea de Platón, Agustín y de Aquino como el mismo Rawls apunta.

Los fanáticos, si respetan el marco de convivencia, no es precisamente porque crean que es el fruto lógico de la diversidad cultural, religiosa e ideológica, sino porque lo conciben como una especie de "campo de fútbol" en el que jugar pacíficamente (mediante evangelización y persuasión) su partido. Apaciblemente... hasta que lo pierden, claro. ¿Qué sucede cuando algún fanático pierde adeptos en masa? ¿Va a conformarse o, por el contrario, va a crear un conflicto contra el resto de doctrinas o a intentar pervertir esas reglas del juego a su favor?

La segunda idea de la teoría de Rawls sí que me parece muy criticable. Es la de que este contrato por el que se asegura la imparcialidad debe ser "firmado bajo las condiciones apropiadas, (...) que deben situar equitativamente a personas libres e iguales y no deben permitir mayores ventajas de regateo a algunas personas frente a otras".

La idea –ingeniosa, en verdad– de Rawls es la siguiente: ¿cómo asegurar la imparcialidad de las reglas del juego si cada uno de los miembros de la sociedad querrá torcer la ley para su propio beneficio? El problema está, por tanto, en la diferencia de intereses: borremos, pues, esos intereses. Es así como propone la "hipótesis del velo de la ignorancia", según la cual, desde "un punto de vista de, y no deformado por, los rasgos particulares y las circunstancias" (refiriéndose en particular a la riqueza y a las habilidades y talentos innatos), todo el mundo estaría de acuerdo en imponer la estricta igualdad de oportunidades.

La hipótesis del velo de la ignorancia es muy criticable por varios motivos, pero voy a centrarme en tres. En primer lugar, como informa Rawls en su artículo, la hipótesis ha sido criticada con toda la razón, entre otros, por Michael Sandel, que la acusa de ser completamente irreal, porque es absurdo concebir a una persona "despojada de todos sus atributos contingentemente dados (...) suponiendo un tipo de estado supraempírico". Una persona, sin su personalidad, sin sus fines y sin sus sentimientos, no es nada; las decisiones no se hacen en el vacío, sino a la luz del "yo soy yo y mis circunstancias" de Ortega y Gasset. O dicho con otras palabras: ¿no es una flagrante contradicción intentar llegar a la igualdad de oportunidades partiendo del vacío o de, lo que es lo mismo, la igualdad absoluta de resultados?

En segundo lugar, la solución de la hipótesis es tendenciosa. Voy a proponer otra solución perfectamente posible de teoría de juegos que se ha omitido: si suponemos que todos los ciudadanos tienen, antes de firmar ciegos por el velo de la ignorancia ese contrato, la misma probabilidad de estar en una posición social u otra, ¿acaso no habrá ciudadanos amantes del riesgo? De la misma manera que, arbitrariamente, Rawls dice que todos apoyarían la imposición de la igualdad de oportunidades, podemos nosotros argüir que habría quien preferiría arriesgarse a resultar ser un poco pobre, por los eventuales beneficios que obtendría de ser un poco rico (porque, naturalmente, los muy pobres y los muy ricos estarían en los extremos de la campana de Gauss y serían marginales). No todo el mundo, en definitiva, es adverso al riesgo y estaría dispuesto a pagar a priori la igualdad de oportunidades, sabiendo que la suerte puede favorecerle.

En tercer lugar, la igualdad de oportunidades no tiene en cuenta ni los efectos perniciosos que causa su propia financiación coactiva ni que no es una solución mágica a la desigualdad. Fundamentalmente porque, siguiendo la hipótesis, una vez los individuos fueran arrojados a la realidad, ya con la igualdad de oportunidades implementada, tendrían características que ese sistema de igualdad de oportunidades no podrá nunca controlar, tales como la suerte o la mala suerte y las necesidades del mercado: ¿o es que, ese sistema de igualdad de oportunidades, ya prevería lo que la gente va a valorar en el futuro y formaría a los alumnos en consecuencia?

En cualquier caso, dado que los recursos son escasos y dado que es imposible montar ese tipo de sistema coactivamente, es una propuesta totalmente utópica y, sobre todo, innecesaria. Para la prosperidad, sólo es necesario que los individuos queden libres para desarrollar sus habilidades. Porque en el capitalismo no hace falta ser el más listo, el más culto o el más ingenioso para triunfar: basta con serlo un poco, y satisfacer las necesidades de alguien que esté dispuesto a retribuirte. Las necesidades, los gustos, las apetencias y los caprichos son infinitos; en la división del trabajo y del conocimiento hay sitio para todos.

fuente http://www.juandemariana.org/comentario/2813/breve/critica/john/rawls/

Reflexiones sobre la ética

Lejos de ser un estudio reservado a los filósofos, la reflexión ética es una práctica que todas las personas podemos desarrollar. Implica pensar las normas que operan en la forma de relacionarnos con los otros y con la sociedad en su conjunto.

La reflexión ética cuenta con una larga historia. Muchos pensadores han trabajado sobre las normas sociales o sobre el límite entre lo justo y lo injusto, entre otros temas.

para seguir leyendo ingresá a
http://www.educ.ar/educar/site/educar/reflexiones-sobre-etica.entrevista-al-doctor-en-filosofia-osvaldo-guariglia.html

Sobre la moral....

La moral está conformada por las reglas o normas por las que se rige la conducta de un ser humano en concordancia con la sociedad y consigo mismo. La existencia de acciones y actividades susceptibles de valoración moral se fundamenta en el ser humano como sujeto de actos voluntarios. Por tanto, la moral se relaciona con la libertad y abarca la acción del hombre en todas sus manifestaciones.

La palabra «moral» tiene su origen en el término latino mores, cuyo significado es ‘costumbre’.
Los conceptos y creencias sobre moralidad son generalizados y codificados en una cultura o grupo y, por ende, sirven para regular el comportamiento de sus miembros. La conformidad con dichas codificaciones es también conocida como moral y la civilización depende del uso generalizado de la moral para su existencia.

Moral y ética: Muchos autores lo consideran sinónimos, debido a que sus orígenes etimológicos son similares. Sin embargo, en el ámbito de la filosofía se considera a la ética como la disciplina filosófica que estudia a la moral. Es decir, que la moral es el objeto de estudio de la ética.

De ahí que podemos decir que «moral» vendría a designar el grado de acatamiento que los individuos dispensan a las normas imperantes en el grupo social. En un sentido práctico, ambos términos se hacen indistinguibles y por ello se los considera equivalentes.

La moral se basa en los valores que la conciencia nos dicta, a su vez, basado en costumbres aprendidas, por lo tanto, la moral no es absoluta o universal, ya que su vigencia depende de las costumbres de una región, de la misma manera que la ética tampoco tiene una validez absoluta al ser ambas (moral y ética) imperativos categóricos.

Seamos Libres...

Estas son las primeras imágenes del rodaje de una brillante coproducción cinematográfica, donde se relata el cruce de los Andes. La ficción histórica esta dirigida por Leandro Ipiña y el rol protagónico esta a cargo de Rodrigo de la Serna. El telefilme, de 90 minutos de duración, será estrenado en 2010 en el marco de los festejos del Bicentenario. Espero les sirva para el trabajo

Atenas y la democracia

En Atenas, cerca de la Acrópolis, el Ágora era el lugar donde se reunía el pueblo para discutir acerca de los asuntos relativos a la ciudad. Allí estaba permitido opinar de todo. A cada ciudadano se le otorgaba un tiempo para hablar y los aplausos o gritos de los presentes eran indicativos de la aceptación o rechazo de las ideas expuestas
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Los términos Ágora y Democracia suelen ir unidos. Ésta última, como doctrina, es la intervención del pueblo en el gobierno. Es el régimen político en el que la soberanía reside en el pueblo y es ejercida por éste directamente.
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La figura del ciudadano era integral y su identidad no admitía distingos entre los ámbitos público y privado: la vida política aparecía como una extensión natural del mismo ser. Los intereses de los ciudadanos eran armónicos, fenómeno propio de una sociedad homogénea que, además, contaba con las ventajas que le aportaba su reducido tamaño.
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El papel decisivo que tenian los ciudadanos en la practica de la vida política es un fiel reflejo del orgullo que sentían los griegos
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La democracia directa, tal y como era practicada en Atenas, requiere de condiciones muy especiales de desarrollo, que no se han repetido en ningún otro período histórico.
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A quienes representan?

Los Diputados representan al pueblo y son elegidos directamente por éste. A los fines electorales, el país se divide en distritos, eligiendo cada uno de ellos sus candidatos en forma proporcional al número de habitantes. El número de representantes será de 1 por cada 33.000 habitantes o fracción que no baje de 16.500. Después de la realización de cada censo, el Congreso fijará la representación con arreglo al mismo, pudiendo aumentar pero no disminuir la base expresada para cada diputado. Duran 4 años en sus cargos y se renuevan por mitades cada 2 años, pudiendo ser reelegidos.
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El Senado de la Nación se encuentra compuesto por 72 Senadores, 3 por cada provincia y por la Ciudad de Buenos Aires. Todos los distritos tienen igual representación, atribuyéndose 2 al partido mayoritario y 1 al que le sigue.


Diputado es la persona integrante de una Cámara de Diputados, habitualmente integran la cámara baja, mientras que la cámara alta está integrada por los Senadores. Tienen la responsabilidad de ser los representantes del pueblo y son elegidos por el voto libre y secreto de los ciudadanos.
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Los diputados representan a los ciudadanos que los eligen en cada jurisdicción para que atiendan y defiendan sus intereses. Los senadores cumplen idéntica función, pero esta vez defendiendo a las provincias que representan “de acuerdo con sus tradiciones, valores religiosos y culturales”.


Es decir, suele ocurrir que mientras los diputados aprueban una ley que beneficia a sus representados, los senadores pueden rechazarla si entienden que la norma puede terminar perjudicando a la provincia en cuestión